Mirada silenciosa desde la banca…soy acompañante de cada paso, miro, admiro, observo, gozo, me extraño. Siempre atento.
Nuestros jovenes, con sus instrumentos bajo el brazo, o sobre el hombro, las flautas en las mochilas, empujando el cajón pesado del arpa, caminando apresurados hacia un teatro o entrando en un centro de cultura para niños de poblaciones. Nunca sabiendo lo que les espera a nuestro grupito. La sopresa es una acompañante continua. Es como la vida. Cada minuto un descubrimiento nuevo. ¡Que experiencia mas linda hoy, miercoles, en la mañana! De a poco salieron de varias micros unas «pequeñas hordas» de alumnos y alumnas, ordenaditos todos en sus vestimentas escolares, no tan disciplinados con sus vocesitas, juguetones todos, simpaticos con sus ojos preguntones. Momentos lindos al ver tantos instrumentos nuevos ante sus ojos, sonidos extraños de una trutruca y de un rabel. ¿ Habrían escuchado antes de este país largo que se llama Chile? Pronto sabían que los pueblos mapuche eran los habitantes originarios de sur. Ma-pu-che repetían en coro. («Todos somos hombres de la tierra»me susurró un despierto cabrito al oído). ¡Qué lindo comentario!…y ahí despertó el genio pedagógico de la Sra.Ximena. No le fue difícil cautivar con un cuentecito de los mapuches unidos a un canto de la pampa norteña a todo este grupo de ansiosos niños para que se hicieran parte de un mundo misterioso. Hasta a mi, el observador anciano, cayó una lagrima perdida de la mejilla. Las tantas notas de las partituras se convirtieron en mensajeros, en cada momento, para los agradecidos niños y no menos para un grupo de artistas-profesores presentes. Una mañana plena….con gusto a mas.